LA VERDADERA
HISTORIA DE LA CULTURA CHOPPER
Tal vez ya lo hayan oído o leído en algún lugar, pero me
parece de carácter obligatorio escribir en este blog sobre la cultura chopper.
El ser motero es algo más que montar una moto chopper, es una cultura y se ha
creado toda una comunidad en donde la solidaridad, la hermandad, la lealtad y el
respeto es una de sus principales características. Aunque desde sus inicios ha
sido tildada como una banda de tipos desaliñados, fuera de la ley y violentos, en pleno s. XXI estamos cambiando esa imagen.
Nada mejor que sentir el viento en tu rostro, escuchar el
sonido inconfundible de ese motor, no importa los cc, lo que importa es que vas en compañía de tus
hermanos, que están contigo a sol y sombra. Incluso cuando ya no estás en tu
caballo de metal, se siente la solidaridad, cuando ya te has “integrado”
brevemente al sistema una vez más. Esa sensación de libertad es difícil de
experimentar en otras circunstancias.
Dicen que todo comenzó al finalizar la II Guerra Mundial, cuando
los soldados regresaron a su hogar y no conseguían esa sensación de aventura,
esa adrenalina fluyendo y la diversión la habían perdido en las motos diseñadas
por Harley-Davidson e Indian. Comenzaron pues, a modificar sus motocicletas
cortando aquí y allá. Dejándole lo estrictamente necesario, alargándole los
bastones, cortándole los guarda barros, quitándole las maletas, en fin,
haciéndolas más ligeras y divertidas. Cada quién comenzó a personalizarlas y a
convertirlas en únicas.
Pero ustedes se preguntarán cómo adquirieron esa fama de
desadaptados?, pues bien ese es el 1%
y, según una pequeña investigación hecha por mí, esa imagen se imprimió en los
moteros cuando en 1947 estalló el “Motín de
Hollister ocurrido en la localidad del mismo nombre
en California, Estados Unidos, y que consistió en un violento motín
de varios días presuntamente generado por moteros (bikers). La Asociación Americana de
Motociclismo condenó el evento y aseguró que el 99% de los Bikers eran
personas respetuosas de la Ley. Se cree que de allí devino el término
aunque en la actualidad existen numerosos grupos parte del 1% que condenan este
tipo de actividad recuperando únicamente su actitud de ser el 1% que está fuera
de la sociedad". (http://es.wikipedia.org/wiki/Biker).
En este particular condenamos estas actividades violentas y
delictivas, pero seguimos perteneciendo al 1%, sólo al estar fuera de las
“normas sociales” como el vestir, y los gustos típicos y la conducta de
hermandad que, comúnmente no hallamos en las sociedad actual (vivimos en una
sociedad individualista por excelencia).
Sin embargo, aparentemente los medios de comunicación, como
la prensa escrita de la época así como la popularidad de una película de Hollywood,
The Wild One (El Salvaje) y protagonizada por Marlon Brandon, filmada posterior
a los hechos, hizo que se creara todo esta leyenda alrededor de esta comunidad.
A continuación copio un artículo bien interesante de una
página bien interesante en la cultura bike, http://desguaceweb.com.
Ellos extraen y traducen una entrevista realizada en 1998 hecha a testigos
presenciales de los acontecimientos. Las fotos, originales de la época y sel
sitio, también son extraídas de la misma fuente.
Introducción
Al
finalizar la segunda guerra mundial, la ciudad de californiana de Hollister
tenía una población de alrededor de 4.500 habitantes. Las tierras de
cultivo, suavemente onduladas, que rodean la comunidad eran muy adecuadas para
ir en moto. En las afueras de la ciudad, en Bolado Park, a unos 10 kilómetros
de distancia, y en el Memorial Park había instalaciones para scrambles (senderos), hillclimbs(ascensiones) y carreras de dirt-track.
Durante la
década de 1930, Hollister había sido el escenario de carreras populares organizadas
por la Asociación de Motociclistas Americanos y promocionadas por los
Salinas Scramblers (corrección
– Salinas Ramblers). Los espectadores participaban en el ‘Gypsy
Tour’ organizado por la AMA y, al crecer la asistencia, las carreras del
Memorial Day llegaron a ser tan importantes como la feria de ganado o el rodeo
de Hollister.
Las
carreras se dejaron de celebrar después de la entrada tardía de Estados Unidos
en la guerra. Cuando se organizaron de nuevo en 1947, los comerciantes
locales dieron la bienvenida a esa importante fuente de ingresos para la
economía de Hollister. Cuando llegó la paz, muchos soldados estadounidenses
fueron desmovilizados en California y se establecieron allí. Como soldados
tenían un sueldo regular, pero no encontraban en que gastarlo. En la
soleada California, con dinero extra en la mano, hicieron lo mismo que
cualquier lector del Classic Bike hubiera
hecho. Entonces, cuando se cansaron, con lo que les sobró, compraron
motos.
Los
veteranos formaron cientos de pequeños motoclubs con nombres como los
‘Jackrabbits’ (Liebres), ’13 Rebels’ y ‘Yellow Jackets’ (Chaquetas
amarillas). Los miembros vestían sueters del club; rodaban, bebían y se
iban de fiesta juntos, y organizaban salidas informales al campo. No había
ningún sentido de la territorialidad o rivalidad entre clubs.
La AMA se
dio cuenta de que la guerra había relacionado a muchos estadounidenses con las
motos. Los veteranos volvían con experiencia sobre la Harley Davidson WLA 45. A
su regreso, la escasez de metales y combustible había animado a la gente a ir
en moto en lugar de en coche. Deseando conservar estos nuevos pilotos, la
AMA volvió a organizar competiciones y “Gypsy Tours” con renovado entusiasmo.
El
ejército, sin embargo, no es el mejor lugar para adquirir buenos
modales. Los nuevos motociclistas bebían más y eran más revoltosos que los
pilotos que venían a Hollister antes de la guerra.
A partir
del viernes por la mañana, miles de motociclistas se desparramaron por la
ciudad. Bajaron desde San Francisco, subieron desde Los Ángeles y San
Diego, y otros vinieron desde lugares tan lejanos como Florida y
Connecticut. Por la noche, San Benito Street estaba colapsada por las
motos. Con el fin de evitar que los lugareños se perdieran entre la
multitud, el departamento de policía de Hollister, de siete hombres, puso unos
controles de carretera en cada extremo de la calle principal.

Desde el
atardecer del viernes a la madrugada del domingo, la sobrepasada policía de
Hollister (y muchos residentes perplejos) vieron carreras de aceleración de
borrachos a escape libre, derrapadas, quemadas e improvisadas carreras de
relevos por la calle principal. La mayoría de ellos ignoró las carreras
que se estaban celebrando en el Memorial Park.
En total,
se trataron por heridas en el hospital local a 50 o 60 motoristas. Hubo el
mismo número de arrestados, que fueron acusados de delitos menores como:
embriaguez pública, conducta desordenada y conducción temeraria. La
mayoría fueron retenidos solamente durante unas horas. No hubo asesinatos ni violaciones, no hubo
destrucción de propiedad, ni incendios, ni saqueos. De hecho ningún ciudadano
sufrió ningún daño.
El domingo,
llegaron 40 oficiales de la patrulla de carreteras de California con una
demostración de fuerza y amenazas de gas lacrimógeno. Los motoristas se
dispersaron y volvieron a sus puestos de trabajo.
El San Francisco Chronicle se
apresuró a contar el fin de semana salvaje de Hollister. Aunque en
realidad no mintieran, las historias llevaban titulares sensacionalistas de
tipo: “Devastación en Hollister” y “Disturbios… los motoristas toman la
ciudad”. La pesadilla del departamento de relaciones públicas de la
AMA empeoró dos semanas más tarde, cuando la
revista Life publicó
una foto, a página completa, de un fornido borracho balanceándose encima de una
Harley con una cerveza en cada mano.
Conforme
pasa el tiempo, se hace más difícil separar el mito de la realidad respecto a
Hollister. No pudo haber sido tan malo, cuando el pueblo aceptó que, la
AMA y los Salinas Ramblers, volvieran a organizar las carreras otra vez, tan
sólo cinco meses después. Los establecimientos de la ciudad dieron la
bienvenida a los motoristas (y a sus billeteras) de nuevo.
La
población estaba en calma en medio de una tormenta nacional. Hollister, que era la que había vivido
realmente los “disturbios”, estaba preparada para recibir a los motociclistas
de nuevo, mientras tanto otras
ciudades de los EE.UU., que sólo habían leído lo que la prensa había escrito,
suspendieron las carreras. Además, los departamentos de policía
fomentaron la idea de que bandas errantes de despiadados matones motorizados
podían aparecer en sus ciudades en cualquier momento. Este era un recurso
especialmente utilizado a la hora de asignar presupuestos.
Cuando
Hollywood en 1954 dramatizó el fin de semana Hollister en la película “El
savaje” (The Wild One), se perdió cualquier esperanza de salvar la imagen del
motociclismo. En el mejor de los casos, se mostraba a los motoristas como
borrachos inadaptados y en el peor, como sociópatas. La única concesión de
la película es la escena en que, después de un paseo en la Triumph de Brando,
una hermosa, pero casta, joven cambia de opinión. Si fuera posible.
Irónicamente, la cobertura sensacionalista de Hollister en los medios
contribuyó a engendrar auténticas bandas criminales de motoristas “fuera de la
ley”. Una
vez que el temor de la gente a los motoristas llegó a su punto álgido, las
motos resultaron irresistibles para los sociópatas auténticos. Algunos
“depredadores” formaron clubs influenciados por las salvajemente exageradas
representaciones en los medios de la delincuencia motorizada. Durante los
60, los clubs como Hell’s Angels hacían parecer bueno a Marlon Brando. ¡A
Marlon Brando! Desde entonces la AMA ha estado cubriéndose el culo a base
de relaciones públicas.
Los testigos presenciales
Bertis ‘Bert’ Lanning
Bert Lanning tenía 37 años cuando se celebró Hollister el Gypsy Tour del 47. Como mecánico de un garaje local, tuvo contacto directo con muchos de los motoristas involucrados.
Bert Lanning tenía 37 años cuando se celebró Hollister el Gypsy Tour del 47. Como mecánico de un garaje local, tuvo contacto directo con muchos de los motoristas involucrados.
“Trabajaba en Hollister, en la tienda de neumáticos de Bernie
Sevenman, justo en la calle principal. Yo mismo tuve motos, una Harley del 45,
y una Triumph. Ahora tengo 88 años y mi vista no es lo suficientemente buena
para montar. ¡Pero todavía tengo una moto en mi garaje!
Había mucho alboroto. En aquel entonces, la cerveza siempre
venía en botellas, y había alguna que otra rota en la calle, así que algunos
motoristas pinchaban sus ruedas. Las traían a la tienda, bien para que se las
arreglaran, bien para arreglarlas ellos mismos. En un momento había tanta gente
alrededor de la tienda que los chicos se pusieron a arreglar los neumáticos en
la calle, entrando y saliendo a pedir herramientas. Tal vez desaparecieron un
par de herramientas. En cualquier caso, mi jefe se puso nervioso y me dijo que
cerrara la tienda. Pensé que era estupendo, porque quería salir de allí y verlo
todo.
Main Street estaba colapsado, pero ni de cerca tan mal como
contaron los periódicos. Había un montón de tipos en el segundo piso del hotel,
lanzando globos de agua. Yo no vi ninguna pelea ni nada parecido. Me gustó
mucho. Supongo que a algunas personas, sencillamente, no les gustan las motos.”
Bob Yant
Bob Yant era el dueño de una tienda de electrodomésticos en la calle principal de Hollister. Por entonces, los aparatos se construían para durar, y así es Bob: sigue trabajando en su tienda todos los días.
Bob Yant era el dueño de una tienda de electrodomésticos en la calle principal de Hollister. Por entonces, los aparatos se construían para durar, y así es Bob: sigue trabajando en su tienda todos los días.
“En 1947, mi padre acababa de comprar un negocio de
electricidad y electrodomésticos. Teníamos una tienda justo en San Benito
(calle). Había motoristas en todas partes,.. durmiendo en las huertas.
Nuestra tienda abrió ese sábado. Los chicos subían y
bajaban por la calle principal, haciendo caballitos. La calle estaba llena
de motos y las aceras estaban atestadas de lugareños que habían venido a echar
un vistazo. Eso era malo para mi negocio porque los clientes no podían
llegar a mi tienda. Había tan poco trabajo que me fui temprano y le dije
al empleado que cerrara.
El domingo fui al hospital para visitar a un
amigo. Había un montón de tíos heridos en camillas por los pasillos, pero
creo que la mayoría eran corredores. Debía de haber unos 15, que era todo
un espectáculo en un hospital tan pequeño.
No hubo saqueos ni nada parecido, nunca tuve miedo durante el fin de semana. Usted sabe que tuvimos algunos problemillas incluso cuando los motoristas no estaban en la ciudad. Creo que un tío metió una moto en el “Walt Club” (un bar) o algo parecido, y a alguien le entró el pánico. La patrulla de carreteras vino en masa y se aclaró todo.
No hubo saqueos ni nada parecido, nunca tuve miedo durante el fin de semana. Usted sabe que tuvimos algunos problemillas incluso cuando los motoristas no estaban en la ciudad. Creo que un tío metió una moto en el “Walt Club” (un bar) o algo parecido, y a alguien le entró el pánico. La patrulla de carreteras vino en masa y se aclaró todo.
Un día después de que todos se hubieran ido, al lado de mi
tienda, había dos tíos sacando una foto. Trajeron un montón de botellas de
cerveza vacías de un bar, las dispusieron alrededor de una moto y subieron a un
tipo encima. Estoy seguro de que así fue como se tomó, porque querían
sacarla desde bastante arriba y me pidieron prestada una escalera. Esa es
la foto apareció en la portada de la revista Life. (Nota del autor: no hay ninguna prueba de que
Life publicara alguna vez la historia Hollister en portada).
No mucho después de eso, se convirtió la pista de carreras un
campo de béisbol.”
Catherine Dabo
Catherine Dabo y su marido tenían el mejor hotel de Hollister. Cuando los motoristas estaban siendo demonizados por los medios, ella siempre los defendió.
Catherine Dabo y su marido tenían el mejor hotel de Hollister. Cuando los motoristas estaban siendo demonizados por los medios, ella siempre los defendió.
“Mi marido y yo regentábamos el hotel, que tenía también
restaurante y bar. Era el primer gran rally después de la guerra. Nuestro bar
tenía unos 12 metros largo, y un motorista entro con su moto por la puerta del
bar, cruzó la barra, traspasó la puerta. ¡Y apareció en el vestíbulo del hotel!
Estábamos completos. Todas las habitaciones estaban
ocupadas y teníamos gente durmiendo en los pasillos, en el vestíbulo, pero eran
buena gente. ¡Tuvimos más problemas cualquier otro fin de semana! Nunca
tuve miedo. Si te gusta la gente, gustas a la gente. Tal vez si se intenta
decirles lo que deben hacer, entonces… ¡cuidado!
¡Las motos estaban aparcadas en la calle como sardinas en
lata! No podía creer lo bonitas que eran algunas.
Fue genial para nuestro negocio, nos dio el dinero que
necesitábamos para pagar nuestras deudas y los impuestos. Todo pagado con
sus habitaciones, su comida y sus bebidas.
Ellos (la prensa) dinamitaron lo que fue. Yo ni siquiera
sabía que había pasado algo hasta que leí los periódicos de San
Francisco. ¡El pueblo era tan pequeño que si hubiera habido disturbios me
hubiese enterado! Tenía tres hijos pequeños que vivían a pocos metros de
distancia, y nunca temí por ellos. Creo que las carreras se
reanudaron en el 51. Mi marido y yo siempre defendimos a los motoristas.
Eran buena gente.”
Gil Armas
Gil Armas todavía monta una Harley “Knucklehead” de 1947. Ha competido en pruebas de dirt track, y más tarde ha patrocinado a una serie de pilotos de velocidad.
Gil Armas todavía monta una Harley “Knucklehead” de 1947. Ha competido en pruebas de dirt track, y más tarde ha patrocinado a una serie de pilotos de velocidad.
“Por aquel entonces, yo era peón de albañil, trabajaba para
un escayolista de Los Ángeles, tenía una Harley del 36, y rulaba con los
Boozefighters. Nos dejábamos caer por bares como el ‘All American’, el
Firestone y el Central. La mayoría de moto clubs iban por allí, incluyendo a
los 13 Rebels y los Jackrabbits.
Básicamente, íbamos a rodar. Algunos de nosotros participábamos
en carreras, o nos encontramos donde hubiera eventos como relevos, drags, no
había ningún evento llamado “quedarse fuera” donde todo el mundo estuviera en
un gran círculo, y si conseguías pasar estabas fuera. Al principio, la
mayoría de nuestras carreras eran “ilegales”, las organizábamos nosotros
mismos, pero años más tarde, muchos de nosotros éramos profesionales y
corríamos en la milla y la media milla (aprobadas por la AMA). Me retiré
(de las carreras) en el 53.
Fui a Hollister de paseo. Un par amigos míos iban a
correr. Mi moto era un caso aparte, la metí en un remolque y la llevé
hasta allí. No quería perderme la diversión. Terminé durmiendo en el
coche.
Empezamos la fiesta. Había tantas motos que la policía bloqueó la carretera. De hecho, ellos participaron en ello. Había cuatro de ellos en un jeep. Tuvimos una especie de tira y afloja, nosotros empujábamos en una dirección y ellos en la otra. Los ánimos se encendieron un poco cuando alguien robó el sombrero de un policía, pero todo se calmó. Había carreras en la calle y cosas por el estilo, pero la policía lo tenía bajo control.
Empezamos la fiesta. Había tantas motos que la policía bloqueó la carretera. De hecho, ellos participaron en ello. Había cuatro de ellos en un jeep. Tuvimos una especie de tira y afloja, nosotros empujábamos en una dirección y ellos en la otra. Los ánimos se encendieron un poco cuando alguien robó el sombrero de un policía, pero todo se calmó. Había carreras en la calle y cosas por el estilo, pero la policía lo tenía bajo control.
Después, los periódicos contaron historias de como sacamos a
un montón de tíos de la cárcel, pero no sucedió nada de eso. Hubo un par
de arrestos, básicamente por embriaguez y desordenes -, al fin y al cabo todo
lo que hicimos fue bajar y sacarles de apuros. De hecho, algunos de los
clubs intentaron obligar a los periódicos a retractarse. Lo hicieron,
escribieron una nota retractándose, pero era tan pequeña que nadie la
vio.
Los dueños de los bares estaban fuera de sus locales
diciendo: “!Mete tu moto!”. Me metieron en el bar.
El domingo, la policía volvió con material antidisturbios, y
dijo a todo el mundo que hiciera las maletas y se marchara. Al principio,
nos sentamos en la acera y nos reimos de ellos, porque no había habido ningún
motín, pero de todas formas nos fuimos.
En aquellos tiempos, si montabas en moto, cualquiera que
montara en moto era tu amigo. Nosotros (los Boozefighters) íbamos a todas
las fiestas de presentación.”
August
‘Gus’ Deserpa
Gus Deserpa vivía en Hollister. Es el joven sonriente que se ve al fondo de la famosa foto de la revistaLife.
Gus Deserpa vivía en Hollister. Es el joven sonriente que se ve al fondo de la famosa foto de la revistaLife.
“Tenía contrato de proyeccionista. Trabajaba en el Teatro
Granada, que estaba en la esquina de la Séptima y San Benito. Tenía que salir
del trabajo a las 11 de la noche. Mi mujer vino a recogerme, y decidimos pasear
por la calle principal para ver lo que estaba pasando.
Vi a dos
tíos reunir todas aquellas botellas que estaban tiradas en la calle. Luego
se colocó una motocicleta en el centro de la pila. Al de un rato salió ese
tío borracho del bar tambaleándose, lo montaron en la moto, y comenzaron a
sacarle fotos.
Pensé que eso no estaba bien. Así que, creyendo que no la
sacarían si alguien más estaba allí, me coloqué en la pared para salir en la
foto. Pero lo hicieron de todos modos. Al de unos días, salió en los
periódicos y yo estaba ahí en el fondo.
No estaban haciendo nada malo, únicamente subir y bajar,
hacer el ganso y gritar, en realidad no causaron ningún daño a nadie.”
Marylou
Williams
Marylou Williams y su marido eran dueños de una farmacia en la calle principal de Hollister.
Marylou Williams y su marido eran dueños de una farmacia en la calle principal de Hollister.
“Mi marido y yo llevábamos la farmacia de Hollister, que
estaba justo al lado del bar de Johnny, en la calle principal. Subimos al
edificio Elks para ver lo que sucedía en la calle. Recuerdo que las aceras
estaban tan llenas que tuvimos que pegarnos a la pared del edificio.
Arriba en el segundo piso del edificio Elks, había algunos
balcones pequeños. Eran demasiado pequeños para salir, pero podías
inclinarte hacia fuera y conseguir una buena vista de la calle. Llevé a
mis hijas verlo, tenía dos hijas. Tenían aproximadamente 4 y 8 años en ese
momento. Nunca se me ocurrió preocuparme por su seguridad. Los vimos
subiendo y bajando por la calle, pero eso fue todo, cuando el rodeo estaba en
la ciudad, los vaqueros sí que eran malos.”
Harry Hill
Harry Hill es un coronel retirado de las fuerzas aéreas (USAF). Fue a visitar a sus padres a Hollister durante los disturbios de 1947.
Harry Hill es un coronel retirado de las fuerzas aéreas (USAF). Fue a visitar a sus padres a Hollister durante los disturbios de 1947.
“Estaba de servicio, pero pasaba en casa el largo fin
de semana. Hollister era una comunidad agrícola en aquel entonces. La población
era más o menos de unos 4.500 habitantes. Ahora es una ciudad dormitorio de
Silicon Valley y su población es de aproximadamente 20.000 habitantes.
Antes de la guerra, había habido carreras de motos en las
afueras de Bolado Park, a unos 10 kilómetros al sureste de la ciudad. Creo
que el gran evento era una carrera de 100 millas que cruzaba el país. En
aquel entonces, la AMA hacía una cosa que se llamaba el Gypsy Tour, la gente
venía en moto de todas partes. Además de las carreras había otros
concursos: precisión y decoración de motos.
Me gustaban las motos, empecé a montar sobre 1930, y en
diferentes momentos tuve tanto Harleys y como Indians. Dejé de montar
cuando me alisté en las fuerzas aéreas, por el 41, por lo que mis motos se
convirtieron en chatarra anticuada.
Por aquel entonces, ese fin de semana no era precisamente el mayor evento de la ciudad, pero era tan importante como el rodeo, o el espectáculo de ensillar caballos. Creo que siempre había dos o tres muertos durante esos fines de semana, corredores o conductores borrachos, pero las cosas cambiaron después de la guerra, se hicieron un poco más broncas.
Por aquel entonces, ese fin de semana no era precisamente el mayor evento de la ciudad, pero era tan importante como el rodeo, o el espectáculo de ensillar caballos. Creo que siempre había dos o tres muertos durante esos fines de semana, corredores o conductores borrachos, pero las cosas cambiaron después de la guerra, se hicieron un poco más broncas.
En el 47, todavía estaba en el servicio activo. Creo que
era un poco más disciplinado que el motorista medio que vino ese fin de
semana. Aquello era un manicomio, además mis padres eran personas de edad
avanzada, y no me pareció bien dejarlos solos, así que me quedé en
casa. Aunque, por supuesto, lo oí.
El domingo, fui a echar un vistazo. Era un desastre,
pero no había evidencias reales de daños físicos, ni incendios, ni nada de eso.
Parecía que corría más el alcohol cuando los motoristas
estaban en la ciudad que cuando estaban los vaqueros. Cuando los
motoristas montaban bulla, solíamos decir: !Que les suelten a los vaqueros!
Años después, comencé a montar otra vez. Francamente,
estaba preocupado por la imagen que teníamos como motociclistas: los Hell’s
Angels, el alcohol, las putas … la reputación era muy mala (del
motociclismo). Y continuó siendo mala publicidad en lugares como Bass
Lake, donde había una gran reunión anual de motoristas. Pero volví a
montar porque me encantaba. Mis últimas motos fueron una Kawasaki Mach III
en los setenta, y una Kawasaki 1000, que vendí en 1990.”
Jim Cameron
Jim Cameron sigue siendo piloto de motos, monta una BSA Gold Star construida por Jeff Smith en eventos de motocross. clásico. Dice riendo: “Debido a mi edad. ¡La AHRMA sólo me permite competir en la categoría novato!”
Jim Cameron sigue siendo piloto de motos, monta una BSA Gold Star construida por Jeff Smith en eventos de motocross. clásico. Dice riendo: “Debido a mi edad. ¡La AHRMA sólo me permite competir en la categoría novato!”
“Yo era un Boozefighter. Los Boozefighters se formaron un año
antes. Wino Willie había sido miembro de los Roughriders de Compton. Habían ido
a una carrera de dirty track de la AMA en San Diego. Entre series, Willie había
estado bebiendo, aunque por supuesto, arrancó su moto y dió un par de vueltas
alrededor de la pista, solo para divertirse. Entonces lo descalificaron. Los
Roughriders le expulsaron del club por eso. Creían que les había avergonzado.
Willie decidió que si no podían ver el lado gracioso de esto,
empezaría su propio club. En aquel entonces algunos de nosotros parábamos
en un bar en del sur de LA, llamado All American. Varios clubs se reunían
allí: los 13 Rebels, los Yellowjackets, en cualquier caso, Willie estaba
hablando con otro tío sobre cómo llamar al club y allí estaba un viejo borracho
escuchando. El viejo soltó: ¿Por qué no os llamais los Boozefighters?.
Willie pensó que el nombre era endiabladamente gracioso, así que fue el
nombre elegido.
El nombre de Boozefighters era engañoso, no había que pelear
con nadie. Era difícil entrar, había que ir a cinco sesiones, después
había una votación y si te sacaban una bola negra estabas
fuera. Llevábamos suéteres verdes y blancos con una botella de cerveza en
la parte delantera y “Boozefighters” en la parte posterior.
En aquel entonces, creo que tenía 23 o 24 años, acababa de
salir de las fuerzas aéreas. Había estado en el Pacífico, pero Willie y
algunos de los otros habían sido paracaidistas en Europa. Habían tenido
una guerra bastante dura. Tenía una Indian Explorer y una Harley del
45 que utilizaba como mensajero.
En aquel entonces, la AMA organizaba los “Gypsy
Tours”. Uno iba a ir a Hollister el fin de semana del día de la
independencia. Sonaba bien, así que algunos de nosotros decidimos ir allí.
Salimos de Los Ángeles jueves por la noche y rodamos durante
toda la noche. Creo que mi Explorer sólo iba a unos 55 kilómetros por
hora, así que tardé un buen rato. Creo que montamos hasta agotarnos y nos
detuvimos para dormir unas horas en King City. Serían las 6 de la mañana
cuando me desperté. Hacía bastante frío y, cuando abrió la tienda de
licores, compré una botella que bebí para tratar de entrar en
calor. Entonces monté hasta Hollister.
Serían alrededor de las 8:30 de la mañana del viernes, cuando
llegué. Iba por la calle y vi a, aquel chico, un Boozefighter salir de un
bar, y me gritó: ¡Entra!’. Así que metí con mi moto en el bar. El dueño
estaba allí y no parecía importarle en absoluto. Pudo ver que ya estaba
bastante borracho, así que quiso quitarme las llaves. Pensaba que no debía
montar en esas condiciones. La Indian no necesitaba la llave para
arrancar, pero la dejé allí en el bar todo el fin de semana.
No creo que estuvieramos más de 7 Boozefighters de
LA. Tambien había algunos Boozefighters de ‘Frisco’. Uno de los
chicos tenía un Cadillac del 36. Lo usó para llevar nuestro
remolque. Teníamos un remolque con unas quince o dieciséis literas
apiladas de tres en tres en ambos lados. Fundamentalmente, lo que nos gustaba
era beber e ir de fiesta hasta cagarte y, luego, íbamos allí a dormir la mona.
Decían que allí había unos 3.000 tíos. Creo que la
mayoría se fué a ver las carreras de Dirt Track fuera de la ciudad. Pero
nosotros no. Nos lo estábamos pasando bien. La calle estaba llena de
motos y la policía la había cerrado. Básicamente, los chicos se lucían,
hacían carreras de aceleración, derrape en círculos, probar cuántas personas
podían montarse en una moto… y nosotros mirábamos y nos reíamos.
El líder de los ‘Boozefighters de Frisco era un tipo que se
llama Kokomo. Estaba en la ventana del segundo o tercer piso del hotel,
donde había un cable de teléfono que cruzaba la calle. Llevaba un
uniforme rojo chillón, como de payaso de circo, y estaba de pie en la ventana
fingiendo que iba a salir al alambre, como un equilibrista. Era endemoniadamente
gracioso.
Allí había un par de policías pero estaban esperando a que se
enfriara. Prácticamente, no se arrestó a nadie a menos que hicieran algo
para merecerlo. El único Boozefighter, que recuerde, que fue arrestado era
un tipo de San Francisco. Algunos habían llegado en un Ford T. Se
sobrecalentó y, mientras bajaban por la calle, trató de mear en el
radiador. El caso es que, lo detuvieron y Wino Willie bajó para intentar
sacarlo. Pero como, en ese momento, él estaba bastante borracho también le
arrestaron. Aunque después de algunas horas los soltaron.
Sobre la noche del sábado empecé a despejarme. Después
de todo, tenía que ir para casa el domingo. Creo que tenía la moto
fuera del bar y me marché a casa sobre las 4 de la tarde del domingo. Sin
duda, el asunto no fue tan gordo como hicieron ver los periódicos.”
Juan
Lomanto
Juan Lomanto era propietario de una granja a pocos kilómetros de Hollister. Era un ferviente motociclista y un corredor local bien conocido.
Juan Lomanto era propietario de una granja a pocos kilómetros de Hollister. Era un ferviente motociclista y un corredor local bien conocido.
“Trabajaba con mi padre en nuestra finca, que estaba a pocos
kilómetros de Hollister. Cultivabamos nueces, albaricoques y ciruelas. Tenía
una Harley del 41, y fuí uno de los primeros miembros del motoclup Top
Hatters de Hollister. De hecho, las primeras reuniones se celebraron en uno de
los graneros, aunque más tarde alquilamos un club house en el centro de
Hollister. Nos reuníamos tres veces al mes. Éramos un club auténtico, con
presidente, secretario, tesorero y todo eso. Nuestras mujeres también venían.
Nuestro uniforme era un suéter amarillo con mangas rojas.
Hubo pocas
carreras ese fin de semana, creo que hubo una carrera de 1/2 milla y una
TT. Yo no fui a las carreras pero paseé con mi moto por el centro de la
ciudad.
Era una
sensación preciosa. La calle principal estaba cortada y todo el pueblo estaba
repleto de motos. Todo el mundo tenía una cerveza en la mano. No puedo
decir que no estuvieran un poco borrachos. Pero no hubo ninguna pelea de
verdad – ni nada de esa M.
El artículo
anterior fue escrito por Mark E. Gardiner y apareció en un sitio web llamado
Bike Classic, que ya no está disponible en la web.
Bueno, este es una prueba más de que el poder que tienen los
medios de comunicación es mayor del que a veces imaginamos.
Acá les dejo un link de la película “El Salvaje” (The Wild
One) 1953, con Marlon Brando.
https://www.youtube.com/watch?v=fTq2BYMX4ZQ
https://www.youtube.com/watch?v=fTq2BYMX4ZQ
No hay comentarios.:
Publicar un comentario